Dos Orugas
Dos orugas comían de la misma hoja de un árbol. Una era blanca y la otra, verde. La oruga verde amaba a su compañera, mas esta no sabía qué hacer pues no había conocido el amor. La oruga verde no se dejó abatir y velaba cada momento de la vida de su ser querido en secreto, siguiéndola a cada hoja donde se moviera, dejándole las mejores partes - las más sabrosas - comiendo primero las partes malas o secas.
Una noche de esas en que la luna se torna un disco de plata, la oruga verde cantó una canción al amor, al amor infinito que se extendía más allá de su pequeña existencia. La oruga blanca dormía acurrucada contra el tronco del árbol y experimentó una felicidad extrema al comprender que esa canción dirigida hacia el mundo era dirigida hacia ella. Hacia su corazón. A la mañana siguiente la oruga blanca empezó a tejer un capullo. La oruga verde pensó que su amor tejía una mortaja y cuando vio que ésta ya no oía su voz y no respondía sus llamados, murió de pena.
Cuando finalmente emergió la mariposa blanca del capullo, observó el cuerpo inerte de la oruga verde pero no pudo recordar quién era ésta. Divisó el horizonte, el mundo donde incontables mariposas blancas volaban también sobre campos interminables de flores amarillas, desplegó sus alas y marchó donde la llevara el tiempo.