Su hermana, mi amiga
Una noche más se aleja… no quise encontrarla así. Ella me buscó. Tocó mi puerta esa noche. Terrible. No quería verla. Unas gotas de lluvia ligeras empezaron a caer y tropezarse contra el mundo, contra su superficie, contra nosotros. Pasa, le dije. No venía sola. La acompañaba una amiga suya, ya no recuerdo qué nombre me dijo, les invité a sentarnos.
Habían pasado dos años desde la última vez que la vi y estaba linda, sentada en el sillón delante de mí. Me preguntaba por lo que hacía, lo que no hacía, con quién salía, todo de la manera más despreocupada del mundo; pero eso no era cierto, evitábamos conversar sobre su hermana… la esquivábamos de nuestras conversaciones a pesar de que todo parecía girar horriblemente en torno a ella, como si en cualquier momento tuviésemos que hablar sobre ella. Sabía que si su amiga no hubiese estado allí con nosotros me habría desfogado un poco, habría conversado sobre lo mal que me había sentido. No fue así.
Les invité a comer fuera. Dimos unos pasos fuera de la casa y llegó corriendo un sujeto hasta nosotros.
La lluvia empezó a golpearnos, fuerte. No lo había reconocido pero el extraño era el enamorado con el que ella había terminado días antes, según me contó. No me había reconocido - me imagino que después de siete años nos convertimos en otros- así que tuve que decirle quién era.
En sus ojos pude ver la cólera reflejada en lo minúsculo de sus pupilas. Las veces que habíamos tratado conocí su naturaleza agresiva, de una furia casi animal. Nos pidió un momento para conversar… mientras tanto, la amiga anónima de mi amiga y yo nos alejamos, conversando trivialidades sobre la lluvia, sobre el color rosa de las nubes de esa tarde, el miedo que sentíamos por el tipejo éste… De vez en cuando mirábamos hacia donde ellos conversaban, los movimientos del tipo éste parecían cada vez más violentos; ocasionando que la mente de ella se confundiera en un sinfín de pensamientos diferentes según me contó después… después también confirmaríamos que pocas veces una mujer elige lo que le conviene…
Yo mientras tanto miraba cómo mi amiga volvía –finalmente- hacia nosotros, de espaldas a ese infeliz, con una expresión triste pero decidida. Encarando las gotas de lluvia que se confundían con su llanto. La escena parecía sacada de esas películas en blanco y negro fantásticas donde la heroína vuelve luego de dejar sentado que ella ya no sería ofendida nunca más… Así, mi amiga volvió con una integridad reconstituida… sólo espero que no vuelva a perderla nunca más.