Recordando

Publicado: 2010-01-28

El taxi avanza lento, las gotas de lluvia golpean los vidrios. El muchacho mira cómo la ventana de su puerta se empaña. Fuera, se escucha el clacson de los carros que piden movimiento. Todo tan extraño. Todo sucediendo tan deprisa y él, con la cólera, con el miedo; mezclándose, volviéndose uno. Todo sucedió tan de repente… no lo quería creer… ¿Y si era cierto? ¡Por qué! El taxista lo mira por el espejo retrovisor. Quién sabe cuántas veces habrá sentido lo mismo que el joven empapado que lleva en el asiento trasero. Trata de entablarle conversación pero el muchacho responde con monosílabos, inclusive con sonidos leves, casi quejidos y mirando la pista, con los pensamientos en mil cosas a la vez. Llegan a su destino. Paga y se baja. La lluvia cae sobre sus hombros. Tiene los cabellos húmedos, la ropa apelmazada contra su cuerpo. No quiere moverse, no quiere hacerlo, el pánico se apodera de él. La calle está desierta a esa hora, el olor a tierra húmeda penetra en sus pulmones. Es un olor agradable, pero él no lo siente. Está desesperado. Lentamente comienza a moverse, como en agonía, como si sus piernas estuviesen muertas, sufriendo con cada paso. Mira hacia lo alto: los postes de luz proyectan una luz ámbar y puede ver las gotas de lluvia cayendo en el haz de luz que se forma. Pensar que para otras personas era una noche normal… para él… Llegó hasta la casa. Ella lo estaba esperando. -Lo siento - le dijo, mirándolo sin ninguna expresión. Sin pena. Totalmente indiferente al dolor que sentía. El quedó en silencio. No lo podía creer. La lluvia seguía cayendo horriblemente o tal vez como lágrimas… o tal vez eran sus lágrimas...


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